Adaptado del libro Flowers that Heal: How to Use Flower Essences, de Patricia Kaminski.
Visión general:
Cuando las esencias florales son bien escogidas, y son utilizadas con atención y con consideración, deberíamos de ser capaces de observar un proceso de transformación en cada persona que es único y notable. El propósito de la terapia floral no es «eliminar» los síntomas externos, ajustar o enmascarar un comportamiento desagradable, ni tampoco el «volver atrás» hacia una situación estática de normalidad o de conformidad sociales. En su lugar, las esencias florales se enfocan a favorecer el desarrollo del potencial humano y de la evolución de conjunto del alma humana. El sufrimiento físico, mental o emocional (el «mal-estar») puede entenderse como algo similar a los dolores de parto de un alma que lucha por dar a luz a nuevos aspectos de su Ser Superior. Así, el terapeuta compasivo y hábil actúa a modo de comadrona, o de partera, para el alma, y favorece esos procesos que pueden dar lugar a un nuevo nacimiento.
La Flower Essence Society, basándose en dos décadas de investigaciones clínicas en todo el mundo, ha identificado cuatro importantes estadios de transformación. Si bien esos cuatro estadios suelen presentarse cronológicamente en el orden que indicamos, a veces pueden operar de forma simultanea solapándose entre sí, o bien en una secuencia ligeramente alterada. Por otra parte, no todos los estadios se presentan en todos los casos. Los dos últimos, en particular, tienden a darse cuando ya se han sucedido varios ciclos de toma de esencias, y cuando un trabajo interno y unos propósitos de sanación claros acompañan a la aplicación de las esencias.
Primer Estadio: Relajación, Liberación, o Rejuvenecimiento
Este estadio se caracteriza por una multiplicidad de sensaciones, que con frecuencia se registran en el cuerpo. Estos cambios, dependiendo de las circunstancias únicas y particulares de cada situación, pueden experimentarse como liberación de un exceso de energía no necesaria (disfuncional), como un sentimiento generalizado de calma, o como una sensación de renovación de la propia vitalidad. Hay otros muchos síntomas de corta duración que pueden acompañar a este Primer Estadio: cambios en los patrones de sueño, cambios en la respiración, variedad de descargas físicas, o dolores de cabeza. Estos síntomas cambiantes se presentan porque la relación energética entre cuerpo y alma entra en un nuevo alineamiento.
Segundo Estadio: Reconocimiento y Darse Cuenta
Así como los efectos del Primer Estadio tienden a registrarse más en el cuerpo, durante el Segundo Estadio los beneficios de las esencias florales pueden sentirse de forma mas clara en el campo mental, produciendo toda una gama de respuestas cognitivas. Cuando cuerpo y alma cambian su punto de equilibrio, aquellos sentimientos y pensamiento que estaban operando por debajo del radar de la conciencia pueden comenzar a identificarse. De forma distinta a como trabajan los fármacos alopáticos, que tienden a enmascarar los síntomas negativos, las esencias florales nos proveen de nueva información sobre nuestra vida mental y emocional. Las esencias limpian la ventana de la percepción, a través de la cual nos visionamos a nosotros mismos, estimulando un mayor nivel de claridad y de objetividad. Esa mayor conciencia de nuestro lado de «sombra» puede ser en ocasiones sorprendente y poco agradable. Las esencias florales nos ayudan a comparar y a contrastar viejos comportamientos o sentimientos con nuevas elecciones y soluciones alternativas. Así, al atender al trabajo interior que las esencias florales nos señalan, podemos anclar de forma gradual las cualidades positivas del alma, que resuelven rasgos negativos y no funcionales para nosotros.
Tercer Estadio: Reacción, Resistencia y Reconciliación
Para los problemas a corto plazo, o para el estrés diario, los dos primeros estadios pueden ser suficientes para dejar anclada una nueva parte del Yo. Sin embargo, una transformación a nivel nuclear implica la necesidad de abordar traumas y aflicciones que están teñidos de una fuerte impronta psíquica del pasado. En este estadio, puede suceder que la situación de la persona haya empeorado, o haya entrado en una regresión a un estadio previo de disfunción. Los cambios auténticos implican elecciones conscientes y ello con frecuencia significa que el alma deberá revivir su trauma o su herida original, para poder alcanzar una nueva comprensión que no haya podido darse previamente. Por tanto, los dos primeros estadios de transformación están primeramente relacionados con el tiempo presente en el alma, mientras que el Tercer Estadio aborda aspectos subyacentes, o no sanados, que se encuentran almacenados en la memoria del alma.
El miedo y las resistencias, que son inherentes a ese encuentro con la herida original, se denominan con frecuencia crisis de conciencia. Se trata de una etapa caracterizada por una pronunciada experiencia de polaridad en la que las creencias o los patrones viejos sobre el yo se oponen a las cualidades nuevas por las que el alma esta luchando. Esa tensión entre los opuestos crea una catarsis alquímica en la que las distintas partes del ser que luchan entre sí, han de alcanzar la reconciliación. El desarrollo verdadero tiene lugar cuando el alma puede llevar todas esas partes del ser a una nueva unión de los opuestos que reconozca, en lugar de negarla, la herida del pasado.
La sanación que se da en el Tercer Estadio puede implicar intensos síntomas físicos, en particular la emergencia de tendencias a enfermedades crónicas en el cuerpo, o de patrones de estrés. Por lo general esos síntomas físicos pueden rastrearse hasta llegar al núcleo de la herida psíquica que nunca fue totalmente sanada. Dado que este estadio implica muchos desafíos de carácter arquetípico para el alma, es mejor acompañarlo de trabajo con los sueños, con la elaboración de un diario, con arteterapia, o de trabajo con afirmaciones, con meditación, o con distintas formas de terapia.
Cuarto Estadio: Renovación y Reconstelación
En función del grado en que el alma haya podido sanar sus desafíos presentes y sus aflicciones pasadas, podrá crear nuevas posibilidades para su expresión futura; en otras palabras, el alma reconstela y reagrupa sus fuerzas psíquicas, así como la estructura básica de su personalidad. En este estadio con frecuencia somos testigos de la emergencia de aspectos enteramente nuevos del Yo. La transformación activa de los defectos del carácter resulta en nuevas potencialidades y en elecciones creativas que no hubieran sido posibles sin un trabajo interior. El Cuarto Estadio refleja la meta última de la terapia floral: dotar al alma de las raíces y de las alas que ésta precisa para que pueda dar forma a su destino superior, en concierto con poderes espirituales benevolentes que guardan y guían su evolución.