Decía que hay caracteres aparentemente más amorosos que otros, y he comenzado por los que lo son en grado más notorio. El que comentaré a continuación es uno de los que parecen ser menos amorosos.
Nuevamente, si el amor es un atributo de la esencia del ser humano -de su yo verdadero o núcleo central de su ser-, es algo independiente del carácter, sea éste más dadivoso disponible y afirmador del otro, o más distante duro o crítico; se trata de diferencias de programación, o de diferencias en la estrategia interpersonal, y por tanto pertenecientes al mundo del pseudoamor más que al del amor verdadero.
Sin embargo, el hecho de que el esquizoide parezca menos amoroso vale tanto para el que lo vive desde fuera como para sí mismo: en tanto que a los histeroides, del ala derecha del eneagrama, les resulta fácil engañarse con respecto a su propia capacidad amorosa, al más esquizoide de los caracteres le es más difícil que a nadie engañarse, y puede sufrir agudamente su incapacidad de relación verdadera con el otro.
Por más que en su tendencia a la autoculpabilización el autista desconozca la medida del amor espontáneo en su psiquis -desde el punto de vista del ideal de lo que debería ser o hacer-, es también cierto que su programación se vuelve contraria a este impulso de unificación con el otro que Platón nos ofrece en «El banquete», como respuesta a lo que pueda ser el amor.
El carácter esquizoide es contrario a este impulso de unificación con el otro, en tanto que alberga una verdadera pasión por evitar los vínculos. Si el amor supone un interesarse en el otro, el esquizoide es aquel que no se interesa. No sólo expresa poco su cariño, sino que resulta una persona más fría que las demás, más apática, más indiferente.
Fig 1. Water Violet
Le gusta recibir sí, pero no pide porque ha aprendido que pedir puede molestar y teme que su voracidad le lleve a una mayor frustración que la auto impuesta frustración de ser paciente. Incluso su deseo de recibir amor está amortiguado por cuanto se ha acomodado a vivir con lo menos posible, con las mínimas necesidades que entrañen dependencia de otros y con la necesidad de dar para recibir.
Fig 2. Star Thistle
Más aún, tiene dificultad en saber lo que recibe porque emocional e implícitamente no cree en el amor más que el EVIII, y tiende a pensar que quienes se lo manifiestan lo hacen por sus propios intereses, conscientes o inconscientes. O bien no cree que sea digno de recibir amor porque no se siente suficientemente valioso o porque su propio desinterés por el otro lo lleva a sentir que no da lo suficiente.
Hay, entonces, una no-entrega al amor, no-entrega al otro, no-entrega a la vida y un sobrecontrol del miedo a la entrega, de la amenaza que significan las necesidades del otro. En su excesiva intolerancia por las exigencias o expectativas ajenas, vive el deseo del otro principalmente como una limitación.
Fig 3. Rock Rose
La más subdesarrollada de las formas del amor es, naturalmente, el amor tipo maternal, dadivoso y compasivo; el amor al prójimo se ve eclipsado por el amor a los ideales y la preocupación por sí mismo.
Hay poco sentimiento de camaradería, poco sentimiento de comunidad o fraternidad con los demás mortales. Es también poca la disponibilidad para con los hijos, que se ven -más que en el caso de otros caracteres- como un peso, un impedimento. Otras veces, sin embargo, se da una proyección muy intensa del propio «niño interior» abandonado en el hijo, y ello lleva a la sobreprotección y a un apego al hijo que se expresa en una relación muy limitativa para éste.
Aunque egoísta, el avaro también lo es consigo mismo; no se da satisfacciones, se empuja y siente que debe hacer méritos para darle sentido a la vida.
Fig 4. Lotus
En el amor de pareja, los problemas derivan de su escasa disponibilidad, de la exigencia de no ser exigido, del aislamiento y la escasa empatía. Son difíciles las decisiones de convivencia y matrimonio -que conllevan pérdida de privacidad y de control exclusivo sobre la propia vida-. La sexualidad puede no ser intensa y percibirse como una exigencia más.
Fig 5. Rosa Rosa (Rosa grandiflora)
El amor a Dios, cuyas exigencias se hacen menos presentes que las del prójimo, pasa a sustituir en cierta medida al amor humano, aunque el mismo amor a Dios se debilita si no está apoyado en una experiencia suficiente del amor humano y el amor a sí mismo. No obstante, resulta más fácil, menos conflictivo, relacionarse con el objeto ideal. Correspondientemente en este carácter está más desarrollado el amor-admiración (amor de hijo a padre) que la generosidad.
Fig 6. Fiesta Flower
Fuente: Claudio Naranjo. El Eneagrama de la Sociedad. Ed. La Llave (dentro del Capítulo “Las perturbaciones del amor”)